Me encanta la Ciudad de México.

Estuve de vuelta hace un par de semanas y me di cuenta una vez más de que la ciudad está pasando por un momento muy especial. Es difícil de explicar, pero es casi como que se puede sentir la energía creativa en el aire, en todos sus rincones. Es una ciudad gigante, inabarcable, policéntrica — en realidad son múltiples ciudades conectadas entre sí, múltiples ecosistemas interactuando de manera dinámica.

Es un gran lugar. Y es también un lugar complicado.

Ya desde hace varios años, CDMX se ha convertido en uno de los destinos preferidos para viajeros internacionales buscando un lugar donde establecerse por unas cuantas semanas, meses, o años. Pero con la pandemia y el crecimiento exponencial en el trabajo remoto, la población inmigrante de CDMX, sea temporal o permanente, realmente explotó. Caminando por la Condesa, uno de los barrios más populares del centro, uno puede escuchar personas hablando en inglés por la calle con la misma normalidad con la que escucha español.

Lo cual es al mismo tiempo una gran cosa, y un problema bastante grave. Porque la llegada de inmigrantes estadounidenses y europeos — y es apropiado llamarlos inmigrantes, y no “expatriados” — crea un montón de oportunidades e introduce también una serie de problemas: la llegada repentina de miles de personas ganando sueldos mucho más altos que los locales en moneda extranjera distorsiona por completo la economía de la ciudad, especialmente en categorías como el mercado inmobiliario. De pronto los residentes de CDMX empiezan a verse desplazados de sus casas y barrios porque los propietarios encuentran mucho más rentable colocar sus propiedades en Airbnb para cobrar alquileres en dólares. Y el tejido social y cultural de la ciudad, aquello que la hace atractiva en primer lugar, empieza a fragmentarse y debilitarse.

La historia de la diversificación internacional y la resultante gentrificación en CDMX es interesante por múltiples razones: por un lado, es la historia del fenómeno de atracción de talento creativo, digital, e innovador que muchas ciudades quieren conseguir. Por otro lado, es la historia de las consecuencias inevitables de esta explosión creativa y el proceso de gentrificación que hemos visto alrededor del mundo en tantas ciudades que han pasado por procesos parecidos.

Cuando empezamos a hacer la investigación para esta historia encontramos que había demasiados temas por explorar que son relevantes al futuro muchas ciudades en América Latina. Por eso este artículo es el primero en una serie donde queremos explorar este fenómeno, su potencial y sus desafíos en mucho mayor detalle — porque será inevitablemente un factor de suma importancia en la construcción de nuestros ecosistemas creativos regionales.

Entonces en este primer artículo empezaremos revisitando la relación que tienen las ciudades con la creatividad para luego ver de cerca qué es lo que ha estado pasando en CDMX en los últimos años con la inmigración, el trabajo remoto, y la industrias creativas. En la historia de por qué hoy se escucha más inglés que español en la Condesa están encerradas muchas de las preguntas que tendríamos que considerar al pensar en el futuro de las ciudades latinoamericanas.

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