¿Qué tienen que ver un tipo que dice que los pájaros no existen, el metaverso, la guerra en Ucrania y la nueva obsesión millenial por celebrar a las personas que renuncian a sus trabajos? Hoy en Mutaciones, hacemos un repaso de las principales señales que encontramos en South by Southwest, el festival creativo más importante del mundo.

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La situación es la siguiente: hemos roto la realidad, y podemos escapar hacia lo digital o podemos intentar reconstruir lo social pero ya no podemos vivir como vivíamos antes. Este es nuestro gran resumen luego de pasar varios días en South by Southwest 2022.

Primero: ¿por qué la realidad está rota? Hace unos 5 años Peter McIndoe empezó un movimiento llamado BIRDS AREN’T REAL, o “los pájaros no son reales”. Este movimiento dice que el gobierno americano ha tramado una gran conspiración en la que ha reemplazado todos los pájaros de Estados Unidos por drones de vigilancia.

Esquema de los drones-pájaro de la conspiración Birds Aren't Real

Fue recién hace unos meses que McIndoe salió a decir que todo había sido una broma. En nuestro mundo mediado por redes sociales, casi cualquier mensaje, verdadero, falso, o satírico, puede convertirse en un movimiento de gran escala. Vivimos en un mundo donde hay una guerra de información real con esfuerzos sistemáticos de por medio, propaganda para construir versiones diferentes de lo que está pasando en Rusia, en Ucrania, alrededor de todo el mundo – y esto ya no es una cosa pequeña.

A eso sumemos que hoy es más fácil que nunca simular realidades inexistentes. Por ejemplo: ninguno de los gatos en la imagen debajo es real. Todos han sido generados por un algoritmo de inteligencia artificial.

Imágenes de gatos generadas por un algoritmo.
Todos estos gatos fueron generados por un algoritmo.

Las redes sociales alimentan la confusión entre qué es real y qué no. El feed de Instagram, Facebook o Tiktok que tú ves no es el mismo que yo veo. Eso hace que sea muy difícil ponernos de acuerdo sobre qué es lo real.

Entre redes sociales, desinformación a escala industrial, e inteligencia artificial, hemos roto la realidad con herramientas que hemos construido nosotros mismos, o que hemos alimentado con nuestro tiempo y con los clicks que necesitan los algoritmos para hacer su magia.

Ya no se trata solo de que tenemos diferentes puntos de vista, sino que estamos experimentando realidades alternativas.

Escapar hacia lo digital

¿Qué podemos hacer para resolver la situación que nosotros mismos creamos? Hay dos grandes caminos. El primer camino es escapar hacia el mundo digital, hacia un mundo feliz donde las cosas funcionen mejor. Y quién quiere que nos mudemos al mundo digital? Nuestro amigo Mark Zuckerberg, que quiere que nos mudemos al metaverso.

El gran problema cuando hablamos del metaverso es que nadie sabe qué es. La mejor definición que les puedo ofrecer actualmente es que es un concepto paraguas para hablar de tecnologías que están diluyendo la separación entre lo real y lo digital. ¿Cómo hacemos que el mundo digital sea más real?

Además de jugar o trabajar, ¿cómo podemos juntarnos, tener reuniones virtuales, comprar propiedades, crear ciudades o incluso hacer arte en entornos cada vez más inmersivos y de mayor fidelidad? Hacia allí se dirigen diferentes mundos virtuales como Roblox, Horizon, Minecraft o Fortnite, expandiendo cada vez más sus posibilidades. Arrancaron principalmente como juegos y ahora puedes hacer más cosas: escuchar conciertos, asistir a eventos de lanzamiento, comprar objetos digitales, etc.

El otro lado del metaverso es también preguntar: ¿cómo hacemos el mundo real más digital? Este es el campo de la realidad aumentada. Los códigos QR, por ejemplo, te permiten escanear algo físico con tu teléfono y de la nada tienes información en un espacio digital que no estaba ahí. Los audífonos a los que nos hemos acostumbrado todos han normalizado la bilocación digital: tú estás en tu cocina, preparando tu desayuno, cortando los tomates y al mismo tiempo estás en la reunión de status con tu equipo a las 9 de la mañana. Estás habitando dos capas de la realidad al mismo tiempo.

El problema es que estos mundos no conversan entre sí. Cada uno es como un club: eres miembro de uno o eres miembro de otro. Lo que haces en un lugar no se refleja en el otro. Ahí es donde entra otro de los grandes buzzwords que estamos escuchando últimamente: los Non Fungible Tokens o los populares NFTs. Lo que los NFTs buscan hacer es crear un registro distribuido de la titularidad de un bien digital, que nos permita certificar, por ejemplo, que estas zapatillas digitales le pertenecen a esta persona en un registro que esté disponible de manera pública y abierta a través de un blockchain, una base de datos donde todos los usuarios tienen acceso a todas las transacciones todo el tiempo.  

Aplicaciones y servicios basados en blockchain y registros distribuidos son parte de lo que se está llamando la web3. Si pensamos en la historia de la web, en la web 1.0 (la World Wide Web original) la innovación era accesibilidad: cualquiera podía consumir tu contenido. En la web 2.0 se volvió mucho más fácil publicar contenido a través de blogs y redes sociales, pero las plataformas que te brindan ese servicio controlan toda la data y la experiencia. La promesa de la web3 es que sigas siendo dueño de tu data sin importar dónde la publicas porque esa data, esa información, y ese contenido están asociados a tu identificación en el blockchain. Es un nuevo paradigma sobre cómo diseñamos servicios digitales, aunque los casos de uso no están aún del todo claros.

Estas son algunas de las bases de una nueva generación de aplicaciones y servicios que se están construyendo desde nuevos lugares – la pandemia y el trabajo remoto han resultado también en una redistribución global de los ecosistemas de innovación. Pero la tecnología por sí sola no va a resolver problemas sociales y culturales tan grandes como que nuestra realidad esté fracturada. Se necesita otro nivel de reflexión.

Reconstruir lo social

Tenemos que pensar también en cómo reconstruimos el tejido social que se ha fragmentado en los últimos años.

Parte de esa reconstrucción pasa por asumir la responsabilidad y hacernos cargo por las consecuencias de la explosión creativa y tecnológica que estamos viviendo. Pero las plataformas y los creadores no se están haciendo responsables por los efectos de sus creaciones.  

Amy Webb, directora del Future Today Institute, apuntó a que no podemos pensar solo en problemas como la moderación de contenido, cuando la moderación es una consecuencia de los incentivos que tienen los modelos de negocios de plataformas como Facebook, Tiktok, o Twitter.

María Ressa, periodista filipina y Premio Nobel de la Paz, resumió muy bien el problema cuando señaló que “sin hechos, no puedes tener verdad, sin verdad no puedes tener confianza y sin confianza no tenemos una realidad compartida”.

Esto no es solo un tema político, sino también algo que afecta nuestras conductas de consumo y la conducta de las marcas. Natalia Súñiga, estratega creativa para Tik Tok en América Latina, apuntó que la nueva expectativa de los consumidores es interactuar con marcas que no se escudan en la neutralidad. Para ella estamos entrando en una nueva era de post-marcas donde como consumidores buscamos productos y servicios que toman postura, que quieren crear algún tipo de impacto.

Para todos los que de una u otra manera estamos involucrados con el mundo digital, tenemos que preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para que nuestras creaciones, nuestros productos, servicios, cursos, podcasts, contenidos, reproduzcan confianza a escala?

La creatividad tiene un papel muy importante en todo esto – porque podemos plantear nuevas narrativas sobre el futuro que inspiren confianza. En un momento cuando el conflicto entre Rusia y Ucrania apenas empezaba, el periodista experto en Rusia Peter Pomerantsev opinaba que a lo que más le tiene miedo Putin es al futuro, porque toda la retórica de su realidad alternativa está anclada en la nostalgia: volver a un pasado glorioso. Cuando creamos narrativas sobre el futuro, sobre todo para la juventud, tenemos que volver a anclarnos en la realidad para entender cómo llegamos a ese futuro.

No podemos seguir viviendo de la misma manera

Un festival como South by Southwest cubre una gran diversidad de temas, y aunque hay una tensión entre lo tecnológico y lo social eso no quiere decir que sean irreconciliables. Más bien hay mucho interés por nuevas maneras de pensar y hacer lo digital que reconstruyan lo social. Lo que sí quedó claro en el SxSW de este año es que ya no vivimos de la misma manera. En muchos casos, ya no queremos o no podemos volver a como vivíamos antes.

Una de las cosas que más hemos experimentado es que nuestra vida laboral es muy distinta.  Estamos viviendo otro tipo de patrones, experimentando un nuevo nivel de movilidad y viendo la tensión entre gente que dice “la pandemia ya se controló, podemos volver a la oficina” y la gente que dice “si me haces regresar, renuncio”.

Vida y trabajo se han acercado muchísimo. Hemos empezado a valorar nuevas cosas, a usar nuestro tiempo de nuevas maneras. En las últimas semanas se ha puesto muy de moda encontrar fotos y videos celebrando a la gente que renuncia a su trabajo. Ya no queremos aceptar cualquier cosa al servicio de ganarnos la vida, sino que buscamos nuevos patrones laborales, que funcionen con la manera en la que queremos vivir nuestras vidas. Eso puede significar volverme un nómada digital y empezar a recorrer el mundo, o también que puedo tener dos trabajos porque me he dado cuenta que de ocho horas al día, no trabajo ocho sino tres o cuatro. Eso me da tiempo para tener otro trabajo al mismo tiempo y ganar el doble de plata.

Pero también es cierto que en una región como América Latina con 664 millones de personas, solamente 23 millones han experimentado alguna forma de teletrabajo, según cifras de la OIT. 23 millones es un montón de gente, pero en verdad es nada cuando te pones a pensar en la realidad de la región. Los que estamos teniendo la oportunidad de trabajar desde casa somos una fracción minoritaria respecto a cómo vive la mayor parte de personas y eso está contribuyendo a crear o agravar brechas importantes de desigualdad digital


Esto ha sido un resumen acelerado de las principales cosas que escuchamos este año en South by Southwest, señales que inevitablemente darán forma a cosas que veremos en los próximos meses y años en el mundo y en América Latina.

¿De qué manera piensas que estas señales pueden afectarte a ti, a tu país o a tu organización? ¿Y quiénes piensas que están liderando en América Latina la creación de un nuevo mundo digital o la reconstrucción de nuestras relaciones sociales?

En Mutaciones queremos formar un movimiento alrededor del futuro de América Latina – así que cuéntanos con quién deberíamos estar hablando o qué lugares deberíamos visitar a continuación. Y suscríbete a nuestro canal y a nuestra lista de correos para recibir nuestras siguientes historias.

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