Benito Antonio Martínez Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny, es uno de los grandes íconos creativos de nuestros tiempos. Ha conseguido posicionar la música urbana latinoamericana como un fenómeno global y se ha convertido en uno de los artistas más importantes no solo de la región sino de todo el mundo, con un catálogo que transita impunemente entre una larga colección de géneros que combina elegantemente.

La semana pasada Bad Bunny lanzó su nuevo álbum, Nadie sabe lo que va a pasar mañana — un trabajo mucho más crudo y honesto que su trabajo anterior, el ampliamente celebrado Un verano sin ti. El nuevo álbum muestra al artista procesando las paradojas de la fama y el éxito y sus consecuencias emocionales, y reclamando un espacio para poder seguir creando de manera auténtica y original sin verse apabullado por las expectativas de los críticos y los fans. Y este lanzamiento me hizo regresar a una presentación que hice ya hace un tiempo en un evento de Colectivo23 sobre los aprendizajes que podemos extraer de la trayectoria creativa del conejo malo — y me pareció buena idea revisitar esos aprendizajes porque creo que siguen siendo relevantes.

A menudo en el proceso de innovación y diseño terminamos dándole la mayor parte de nuestra atención a las herramientas — a los frameworks como el doble diamante o los journey maps, o las metodologías como el Lean Startup. La creatividad es un proceso complejo en el que es muy, pero muy fácil perderse, y estas herramientas nos brindan una suerte de refugio: la posibilidad de que podamos darle un cierto orden al caos. El riesgo es que muchas veces terminamos replicando las herramientas como si fueran una receta y nos olvidamos que son solamente guías para la creatividad. Y cuando hacemos esto terminamos prestándole más atención a los post-its coloridos decorando las paredes que a la existencia de las condiciones habilitantes para la creatividad en un equipo o una organización. Ese es el famoso teatro de la innovación.

Por eso creo que es valioso aprender de la manera en la que Bad Bunny crea — porque hay una serie de conductas que vale la pena entender mejor y reproducir para construir culturas más creativas. Porque la creatividad tiene menos que ver con un proceso, y mucho más que ver con una actitud y una forma de ver el mundo que se manifiesta a través de una serie de conductas o hábitos que podemos aprender, reproducir, y refinar a través del ejercicio. La creatividad no es un superpoder accesible a unos pocos, sino un músculo que algunas personas desarrollan con mayor dedicación.

Y hay muchas maneras en las que Bad Bunny ha desarrollado ese músculo — pero empecemos desempacando cinco razones por las que Bad Bunny innova más que tú (o yo).

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