La verdad de la milanesa es que paso mucho más tiempo del que debería viendo videos en TikTok. Mucho, mucho más tiempo del que debería. Puedo racionalizarlo diciendo de que me sirve como una herramienta de investigación, que me ayuda a entender qué contenidos están apareciendo y reproduciéndose a nivel global, que es una manera de conectar con discursos y narrativas emergentes. Pero al final estoy racionalizando una interacción altamente adictiva.

A pesar de que TikTok ya no puede ser considerado como una novedad cultural y rápidamente está viéndose colonizado por hordas de millennials e incluso — 😱 — boomers, no deja de sorprenderme que para muchísimas personas sigue siendo un universo paralelo de personas grabando y compartiendo coreografías. Y la verdad es que TikTok ya dejó de consistir en bailes coreografiados hace bastante tiempo para convertirse en un repositorio de todo tipo de contenidos, desde tips para usar mejor Excel, recetas de cocina, consejos sobre relaciones, recomendaciones de moda, y casi cualquier otra cosa imaginables — al punto de que TikTok ha reemplazado a Google como el principal motor de búsqueda para la generación Z.

En los últimos días empecé a notar un incremento significativo en una de las tendencias más raras y antropológicamente interesantes de TikTok: personas haciendo transmisiones en vivo en las que simulan ser NPCs (non-player controlled characters, personajes no controlados por un jugador en un videojuego). Y siento que si yo tengo que vivir con esta información, entonces ustedes también: los NPCs esperan en vivo frente a la cámara las instrucciones que llegan de su audiencia en la forma de pequeños “regalos”, esencialmente emojis que funcionan como microtransacciones dentro de la plataforma. Lo que significa que estas personas actuando como NPCs están recibiendo dinero real por sus performances como personajes robotizados.

@loczniki

It’s been a year since our 1st NPC date 🥹

♬ original sound - Nicki i Loczek

Es quizás por eso que he empezado a ver esta explosión en personas actuando como NPCs en los últimos días, además de ver que el género se ha vuelto una categoría mucho más diversa: de ser una categoría dominada por mujeres jóvenes haciendo cosplay a ser una categoría de pronto poblada por hombres y mujeres de mediana edad respondiendo a regalos digitales de flores y monedas con comentarios como “gracias por la rosa, gracias por la rosa, gracias por la rosa”, como si nuestra transición hacia algoritmos cibernéticos estuviera completa.

Podríamos entrar a desempacar el trend de los NPCs a través de varias botellas de vino — respecto a sus elementos voyeuristas y objetivizantes, respecto a la civilización del espectáculo y la sociedad de la vigilancia, respecto a las nuevas formas de empleo que aparecen en la economía digital, y muchos otros aspectos más. Pero entonces estaríamos enfocándonos en la pregunta incorrecta, pensando que la tendencia es lo importante, cuando lo realmente interesante es el vehículo: cuando cualquier cosa puede ser tendencia en cualquier momento, las tendencias ya no significan nada. Ya no nos dicen nada interesante porque se irán de la misma manera en la que vinieron, así como pasó el ice bucket challenge y el Harlem Shake y Gangnam Style y Kony 2012. Ninguna de estas cosas tuvo un impacto duradero en la cultura global, a pesar de que en su momento estuvieron en absolutamente todas partes.

Este no es un artículo sobre el trend de los NPCs. Pueden entrar a TikTok y ver los videos y alucinar un rato — y si se sienten especialmente de buen humor pueden intentar ser NPCs por unos minutos, ¿por qué no? No seré yo quien tire la primera piedra. Pero no: lo que quiero explorar hoy es el tiktokverso, ese multiverso polifacético que se vuelve aparentemente único y personalizado para cada individuo, en el que lo que yo veo es diferente a lo que tú ves y diferente a lo que todas las demás personas ven, pero es al mismo tiempo parecido. Porque el tiktokverso es muchísimo más que una colección de bailes coreografiados: es al mismo tiempo el apogeo y la caída de la cultura de masas, un aparato de distribución de contenidos que llega a miles de millones de personas y es capaz de dar forma a lo que conversamos a nivel global, pero al mismo tiempo es incapaz de transformar la manera en la que nos comportamos colectivamente.

Andy Warhol habría sido feliz como personaje de videojuegos. No tengo pruebas pero tampoco dudas.

El tiktokverso es la versión radicalizada de la sentencia de Andy Warhol de que en el futuro todos seríamos famosos por 15 minutos: porque resultó que tenía razón, solo que sería apenas por 15 segundos y con un sentido de fama muy distinto al que Warhol habría imaginado.

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